
En la astrología, el signo de Tauro es representado por el toro, un animal conocido por su fuerza, determinación y perseverancia. Este signo pertenece al elemento tierra y está regido por el planeta Venus, lo que otorga a los taurinos una naturaleza apasionada, sensual y amante del lujo y la belleza.
En este artículo, exploraremos diversas facetas de Tauro, desde su referencia arquetípica hasta su relación con la mitología con la Diosa Venus, así como sus cualidades distintivas y su conexión con los valores económicos, estéticos y de relaciones personales.
El toro, como símbolo de Tauro, representa la estabilidad y la resistencia. Al igual que este animal, los taurinos son personas tranquilas y pacientes, pero cuando se sienten provocados, pueden mostrar una determinación feroz y una fuerza inquebrantable. Su naturaleza terrenal les hace apreciar las cosas tangibles y materiales, valorando la comodidad, la seguridad y la estabilidad en todos los aspectos de su vida.
En la mitología, Tauro está asociado con la historia del Minotauro, criatura con cuerpo humano y cabeza de toro, encerrada en el laberinto de Creta. Hijo de Pasífae (esposa del rey Minos) y un toro divino, el Minotauro representa la parte salvaje y reprimida de la naturaleza humana. Su encierro en el laberinto —creado por Dédalo— es símbolo del intento de controlar lo instintivo, lo incontrolable, lo oculto en el inconsciente.
Tauro, que puede oscilar entre la bondad y la ferocidad, la sensualidad y la ira. También se cree que está vinculado con la Diosa Venus. En la mitología romana, Venus era la hija de Júpiter y Dione, mientras que en la mitología griega, Afrodita nació del mar después de que Cronos (Saturno) castrara a Urano (su padre) y arrojara sus genitales al agua. Venus suele representarse como una mujer de una belleza deslumbrante, ataviada con prendas lujosas y rodeada de palomas, rosas y otros símbolos de amor y deseo.
Es la encarnación de la feminidad y el encanto, y atrae a dioses y mortales bajo su hechizo encantador, por ello representa el amor, la belleza y la armonía. Los taurinos suelen ser personas afectuosas, cariñosas y románticas, que valoran las relaciones estables y duraderas.
Las cualidades de Tauro incluyen la lealtad, la determinación, la paciencia y la practicidad. Son personas confiables y constantes, que trabajan duro para alcanzar sus metas y disfrutan de las gratificaciones a largo plazo. Su amor por la belleza y el arte los hace apreciar las cosas finas de la vida, desde la gastronomía exquisita hasta las obras de arte y la decoración elegante.
En cuanto a la economía, son sensatos y prudentes en sus decisiones financieras. Prefieren la seguridad y la estabilidad a las ganancias rápidas, y son capaces de ahorrar y administrar sus recursos con sabiduría. También tienen un buen ojo para los negocios y una habilidad natural para obtener beneficios de sus inversiones.
En cuanto a las relaciones personales, son compañeros leales y dedicados, dispuestos a comprometerse y a hacer sacrificios por quienes aman. Sin embargo, también pueden ser posesivos y tercos, lo que a veces puede causar conflictos en sus relaciones. Es importante que aprendan a equilibrar su deseo de seguridad y estabilidad con la necesidad de libertad y autonomía de sus seres queridos.
El enfoque de Tauro hacia el arte
Los Tauro son conocidos por su enfoque metódico y paciente de la vida, y esto también se traslada a sus esfuerzos artísticos. Cuando se trata de pintar o esculpir, los Tauro son meticulosos y orientados a los detalles, tomándose su tiempo para crear piezas que no solo sean visualmente impactantes, sino que también tengan un significado o mensaje más profundo. A menudo se sienten atraídos por las técnicas y estilos tradicionales, prefiriendo trabajar con sus manos y confiar en sus propias habilidades en lugar de la tecnología moderna.

Uno de los pintores bajo el signo de Tauro es Salvador Dalí, nacido el 11 de mayo de 1904 (Sol en Tauro) en Figueras, España. Revisaremos bajo esta perspectiva taurina la obra “Muchacha en la ventana” realizada en 1925 por Salvador Dalí y que corresponde a su etapa de formación académica y realista, influída por su educación en la Escuela de Bellas Artes de Madrid y por su amor al detalle y la técnica tradicional, que nos ofrece una lectura profunda que vincula el cuerpo, la percepción y el deseo estético y la contemplación del mundo sensible.
Desde un análisis formal de “Muchacha en la ventana” podemos ver de manera sensorial estos aspectos de tauro en la obra:
- Desde el color: Dalí emplea una paleta fría y natural, dominada por los azules del mar y del cielo, y los tonos tierra del interior de la habitación. El uso del color es suave y sobrio, generando una atmósfera de calma y recogimiento. No hay contrastes violentos; el color se utiliza para evocar un estado emocional de contemplación y paz. ¿Qué efecto emocional te provocan?
- Las líneas: Aquellas horizontales enfatizadas por el marco de la ventana, el horizonte del mar y el suelo de madera nos marcan la estabilidad de la escena. ¿los percibes así? Las líneas curvas del cuerpo femenino, especialmente en la silueta de la espalda y las piernas, contrastan suavemente con la rigidez arquitectónica, evocando la armonía entre lo humano y el entorno. ¿Qué edad parece tener la muchacha? ¿Si tú fueras ella, cómo sientes los pies descalzos sobre la madera?
- Las formas: Son figurativas y naturalistas, el cuerpo de la muchacha está representado con proporciones realistas y detalle anatómico cuidadoso. La forma de la ventana actúa como un marco dentro del marco del cuadro, reforzando la sensación de “ver hacia afuera” desde un espacio íntimo. ¿Cómo vinculamos a la muchacha con las cualidades arquetípicas de Venus?
- El Espacio: El uso de la profundidad espacial es notable, la perspectiva lineal está construida con precisión: desde el suelo de listones hasta la apertura hacia el mar, lo que genera una ilusión tridimensional convincente. El espectador se siente ubicado dentro de la habitación, compartiendo la mirada de la figura. ¿Recuerdas alguna experiencia de contemplación del mar?
- La luz: Entra desde la derecha, probablemente de una fuente solar natural. Ilumina con suavidad la figura femenina y parte del suelo, creando una atmósfera serena y meditativa. No hay dramatismo ni sombra fuerte, sino una luz difusa que enfatiza la realidad cotidiana y la belleza silenciosa.
- La Textura: La pintura tiene una textura lisa, sin empastes. Dalí cuida el acabado superficial, típico de su etapa realista, con una pincelada delicada, casi invisible, lo cual potencia el ilusionismo visual y la sensación de quietud. ¿Desde tu energía taurina, cómo disfrutas de las texturas que observas?
- La Composición: La figura está centrada y de espaldas al espectador, lo que refuerza la tensión contemplativa. La simetría de la ventana, junto con la disposición de los elementos arquitectónicos, da una estructura ordenada. La ventana actúa como un límite y un umbral entre el interior (el espacio íntimo y doméstico) y el exterior (la amplitud del mundo y lo desconocido).
En la carta de Dalí, el Sol en Tauro se manifiesta en una profunda devoción por el arte como vía sensorial, donde el placer visual, la técnica precisa y el detalle se convierten en un lenguaje de anclaje ante el caos de lo psíquico. Esta obra temprana pintada cuando tenía apenas 21 años, muestra a su hermana Ana María Dalí, de espaldas, mirando hacia el mar desde una ventana en Cadaqués. A diferencia de sus obras surrealistas posteriores, este cuadro es realista, sereno, contemplativo.
Desde el punto de vista de las influencias taurinas en la carta de Dalí, nos plantea un ejercicio visual más sensible, no intelectual:
- El espacio como refugio sensorial: El interior tranquilo, la madera pulida del suelo, la luz suave que entra desde el exterior, todo remite a una experiencia íntima del entorno. Tauro ama los espacios seguros, bien delimitados, desde donde se puede observar sin exponerse. La joven observa el mundo sin tocarlo: es una contemplación sensorial, no una acción.
- El deseo de permanencia: El mar en calma, el horizonte sin dramatismo, la ausencia de temporalidad, son todos símbolos de la necesidad taurina de eternizar el momento, de crear belleza estable y duradera. En lugar de tormento, hay serenidad. En vez de surrealismo onírico, hay amor por la realidad física.
- El cuerpo femenino y Venus: Ana María, joven, descalza, de espaldas, se vuelve una figura venusina sin erotismo explícito: es la imagen de la pureza sensorial. Representa una Venus terrestre, en la intimidad del hogar, entre lo interior y el deseo de salir al mundo.
Esta pieza puede leerse como el “umbral” entre la vida interior y el universo simbólico que más tarde estallaría en su obra. Un verdadero gesto venusino en clave taurina. “Muchacha en la ventana” revela a un Dalí que todavía se encuentra arraigado a la realidad sensible, antes de entregarse al imaginario surrealista. Su Sol en Tauro vibra en esta obra como un acto de amor hacia la luz, la materia, el cuerpo, la contemplación, valores profundamente taurinos. Es el arte que aún no ha sido atravesado por el caos psíquico, sino por el gozo del mundo tal como es.
Aunque alejado del surrealismo que lo haría famoso, esta obra ya deja entrever una preocupación constante en Dalí: la visión, el umbral entre el interior y el exterior, entre lo conocido y lo inabarcable. Es una obra de transición y autenticidad técnica, donde Dalí, todavía alejado del delirio onírico, se muestra como un pintor que domina los principios clásicos del arte. A través de una composición silenciosa, nos invita a contemplar —junto con la figura de su hermana— el horizonte de la existencia y la promesa del mundo exterior. Una joya de su etapa taurina: sensual, contemplativa, anclada en el goce de la forma y la luz real.
