+Mediación: Inteligencias Múltiples, emociones, motivaciones y experiencias en museos. ¿Qué falta…?

En el museo, cada visitante aprende de forma distinta: con el cuerpo, la palabra, la imagen, el ritmo o la emoción.

La mediación en los museos desde las últimas tres décadas se ha sustentado a partir de la formulación de teorías que analizan y profundizan en las formas de aprender que tienen las personas a partir de las Inteligencias Múltiples planteada por Howard Gardner, la valoración del campo emocional en la interacción humana con el entorno y con otros desde la inteligencia emocional postulada por Daniel Goleman, así como las investigaciones sobre las experiencias y motivaciones que tienen las personas al visitar un museo y el papel emocional implicado desde el enfoque de John Falk.

Integrar a la practica educativa del museo las teorías de Gardner, Goleman y Falk no solo enriquece los proyectos de visita mediada y otros formatos como talleres o la implementación de recursos en sala, sino que han redefinido el papel del visitante como protagonista activo de su experiencia. Sin embargo, su implementación todavía no es una realidad extendida en la practica educativa de los museos, ya que requiere un cambio profundo en la visión museológica tradicional frente a estos formatos que potencian la participación social-activa, el pensamiento crítico y la reflexión sobre lo que ven en una exposición y la vida cotidiana de los visitantes.

Apostar por un museo que reconoce las múltiples formas de pensar, sentir y relacionarse con el conocimiento es también apostar por un museo más democrático, accesible, emocionalmente inteligente y socialmente relevante. Reflexiónenos sobre la pertinencia de estos enfoques y reconozcamos las resistencias para transformar la practica educativa en el museo, en beneficio de los diversos públicos que acuden a estos espacios museísticos.

Iniciemos un acercamiento a ellas para ver su pertinencia hoy en día:

La teoría de las Inteligencias Múltiples fue propuesta en 1983 por el psicólogo y educador Howard Gardner, profesor de la Universidad de Harvard. Este modelo desafíaba la visión tradicional de la inteligencia como una capacidad única y medible (por ejemplo, a través del coeficiente intelectual), proponiendo en su lugar que existen diferentes formas de inteligencia, cada una con su propio valor y función.

Características principales: Diversidad cognitiva: Cada persona posee una combinación única de inteligencias. Contextualidad: Las inteligencias se manifiestan de manera distinta según el entorno cultural y educativo. Educabilidad: Todas las inteligencias pueden desarrollarse con experiencias y estímulos adecuados. Valor equitativo: Ninguna inteligencia es superior a otra; todas son útiles y necesarias en la vida cotidiana.

Tipos de inteligencia identificados por Gardner, ¿cuál es la tuya?:

1. Lingüístico-verbal: Habilidad para usar el lenguaje de forma efectiva.

2. Lógico-matemática: Capacidad para el razonamiento lógico y la resolución de problemas.

3. Corporal-cinestésica: Uso hábil del cuerpo para expresar ideas o resolver problemas.

4. Musical: Sensibilidad para el ritmo, el tono y el sonido.

5. Espacial: Capacidad para pensar en tres dimensiones.

6. Interpersonal: Habilidad para interactuar y comprender a los demás.

7. Intrapersonal: Conocimiento profundo de uno mismo.

8. Naturalista: Capacidad para identificar y clasificar elementos del entorno natural.

¿Recuerdas alguna experiencia en museos que haya estimulado alguna de ellas?

Esta concepción ha influido notablemente en el diseño de programas educativos, incluidos aquellos desarrollados en instituciones museísticas, especialmente en Estados Unidos, donde el enfoque centrado en el visitante ha transformado las prácticas educativas y expositivas.

En los museos de Estados Unidos —particularmente en aquellos que priorizan la educación como misión central, como el Children’s Museum of Indianapolis, el Exploratorium de San Francisco o el Museum of Science de Boston— la teoría de las Inteligencias Múltiples ha sido utilizada como una herramienta para diseñar experiencias de aprendizaje inclusivas, diversas y personalizadas. Estos museos entienden que los visitantes aprenden de formas distintas, por lo que buscan ofrecer múltiples entradas al conocimiento a través de la interacción con objetos, entornos, historias y actividades.

Aplicaciones prácticas por tipo de inteligencia:

Inteligencia lingüística: se activa mediante audioguías, textos curatoriales accesibles, talleres de escritura creativa o narrativas que acompañan las piezas. En el National Museum of African American History and Culture, las historias orales y textos poéticos enriquecen la experiencia de aprendizaje.

Inteligencia lógico-matemática: se estimula con juegos de patrones, resolución de problemas, estructuras numéricas o demostraciones científicas, como en el Exploratorium, donde los visitantes pueden experimentar con principios físicos y matemáticos a través de dispositivos interactivos.

Inteligencia espacial: es atendida mediante recursos visuales, diseño de exposiciones tridimensionales, recorridos inmersivos o el uso de realidad aumentada, como en algunas exposiciones del American Museum of Natural History.

Inteligencia corporal-cinestésica: se desarrolla en espacios que permiten el movimiento, la manipulación de objetos o la participación en actividades performativas, como sucede en muchos museos para niños o en programas de danza y teatro en museos de arte como el MoMA.

Inteligencia musical: es potenciada a través de estaciones de escucha, exposiciones sobre música, conciertos en sala o programas que integran el arte sonoro como medio interpretativo, como ocurre en el Museum of Pop Culture (MoPOP) de Seattle.

Inteligencia interpersonal: se favorece con visitas en grupo, dinámicas colaborativas, mediaciones participativas o espacios de diálogo, donde los educadores facilitan la construcción colectiva de significado.

Inteligencia intrapersonal: se fomenta al ofrecer momentos de contemplación, preguntas introspectivas o recursos para la autoexploración, algo que ha sido explorado por museos como el Rubin Museum of Art en Nueva York, que trabaja temas como la conciencia y la espiritualidad.

Inteligencia naturalista: es central en museos de historia natural o ciencia, como el Field Museum de Chicago, donde la clasificación de especies, los ecosistemas y el vínculo con el entorno permiten al visitante observar, comparar y categorizar.

Implementar esta teoría en los museos ha permitido atender la diversidad de estilos de aprendizaje, reducir barreras de acceso cognitivo y emocional, y favorecer una experiencia más rica y significativa para públicos amplios. Sin embargo, requiere una planificación pedagógica rigurosa, trabajo interdisciplinario entre curadores, educadores y diseñadores de experiencias, así como recursos para adaptar los contenidos a distintos canales sensoriales y cognitivos.

En Estados Unidos, la incorporación de la teoría de Gardner ha coincidido con una transición más amplia en el campo museológico hacia modelos constructivistas, centrados en el aprendizaje activo y el empoderamiento del visitante. La noción de que los museos son espacios para todos, y no solo para quienes aprenden de forma tradicional, ha impulsado esta adecuación, especialmente en contextos escolares, programas comunitarios y propuestas inclusivas. Con una base teórica sólida para diversificar sus estrategias educativas y reforzar su papel como agentes democráticos del conocimiento. Al reconocer que no hay una única manera de comprender el mundo, los museos abren sus puertas a la pluralidad de inteligencias que cada visitante lleva consigo.

Esta teoría aplicada a la mediación en museos en el Museo Nacional de Arte en CDMX en los años 90 del siglo XX, diseñando visitas que abordaron los enfoques de estas inteligencias a partir de que Howard Gardner propuso cinco “puntos de entrada” en visitas con publico infantil y profesorado. Estos puntos permiten diversificar el acceso al conocimiento, respetando las distintas formas de aprender que poseen loas personas. Estos puntos de entrada ofrecen valiosas estrategias para que los educadores diseñen experiencias de mediación más inclusivas, significativas y creativas. Aquí los enfoques desde cada punto de entrada:

1. Narrativo (o narrativo-biográfico) Se refiere al acceso a través de historias, anécdotas, relatos personales o biografías que conectan emocional e intelectualmente con el visitante:

• Relatar la vida del artista, el descubrimiento de una pieza arqueológica o el contexto de creación de una obra. • Usar testimonios o historias orales en exposiciones sobre memoria histórica, migración o patrimonio cultural. • Integrar relatos ficcionados para públicos infantiles que humanicen objetos o personajes históricos.

Ejemplo: En un museo de historia, contar la historia de una familia durante la Segunda Guerra Mundial al presentar sus objetos cotidianos.

2. Lógico-cuantitativo. Se basa en el razonamiento, la lógica, las relaciones causa-efecto, los datos y patrones numéricos o categóricos:

• Proponer actividades de comparación, clasificación, análisis cronológico o relaciones estadísticas. • Usar líneas de tiempo, mapas interactivos, gráficos o retos de deducción. • Relacionar una obra con procesos históricos, cambios tecnológicos o impactos sociales.

Ejemplo: En una sala de ciencias, proponer al visitante calcular el tamaño o el peso de un dinosaurio comparado con un animal actual.

3. Estético (o experiencial). Entra por la vía de la sensibilidad, la belleza, el asombro o la contemplación. Apela a la percepción estética y sensorial:

• Enfrentar directamente al visitante con la obra o el objeto, sin necesidad de una explicación inmediata. • Fomentar la observación detenida, el silencio, la emoción o el asombro ante una pieza. • Proporcionar entornos inmersivos o multisensoriales.

Ejemplo: En una exposición de arte contemporáneo, permitir al visitante contemplar una instalación en silencio, invitándolo a escribir o dibujar su impresión.

4. Experiencial-activo (o práctico). Permite aprender a través de la acción, la experimentación, la manipulación o la simulación. Favorece el aprendizaje corporal y kinestésico.

• Espacios donde se pueda tocar, reconstruir, probar o realizar prácticas similares a las del creador. • Talleres de experimentación científica, artística o artesanal. • Juegos de roles, dramatizaciones o recorridos escenificados.

Ejemplo: En un museo etnográfico, invitar a los visitantes a probar técnicas textiles tradicionales o preparar alimentos típicos.

5. Existencial (o fundamental). Aborda los temas desde preguntas profundas o filosóficas sobre la vida, la muerte, el tiempo, la identidad, la espiritualidad o el sentido:

• Invitar a reflexionar sobre el legado cultural, la trascendencia humana o los dilemas éticos de una época. • Relacionar una obra con experiencias vitales, emociones profundas o conflictos actuales.• Espacios de diálogo, pensamiento crítico o escritura introspectiva.

Ejemplo: Frente a una obra de arte religioso o funerario, preguntar: “¿Cómo diferentes culturas enfrentan la muerte?” o “¿Qué legado quiero dejar?”

Estos cinco puntos de entrada permiten que los mediadores educativos en museos diseñar experiencias flexibles, sensibles y adaptativas, donde cada visitante pueda conectarse con el patrimonio desde su modo más natural de aprender. Al aplicar esta diversidad de accesos, los museos se posicionan como espacios inclusivos, abiertos al pensamiento plural, y capaces de provocar aprendizaje, emoción y transformación. ¿Por qué persisten los modelos tradicionales. durante la visita al museo? ¿Por qué se habla de inclusión pero la accesibilidad desde estas inteligencias no es una realidad hoy en día?

Las aportaciones clave al museo tienen que ver con la pluralidad en los métodos de mediación (juego, relato, observación, manipulación, etc.), la inclusión de públicos diversos (niños, adultos, personas con discapacidades, etc.) y el diseño de espacios y recursos que activen múltiples formas de aprendizaje

Sin embargo sumar a estas inteligencias, aquella que pone el acento en la Inteligencia Emocional (IE) concepto popularizado por Daniel Goleman en su libro Emotional Intelligence (1995), aunque sus bases teóricas provienen de las investigaciones previas de Peter Salovey y John Mayer en 1990, quienes la definieron como la habilidad para percibir, comprender, regular y utilizar las emociones de manera adaptativa.

Esta se relaciona con las competencias sociales y personales para la vida cotidiana, el aprendizaje y el trabajo en equipo a partir de cinco componentes fundamentales:

1. Autoconciencia: reconocer las propias emociones y su impacto.

2. Autorregulación: manejar emociones impulsivas o negativas.

3. Motivación: dirigir las emociones hacia objetivos constructivos.

4. Empatía: comprender las emociones de los demás.

5. Habilidades sociales: establecer relaciones positivas y efectivas.

En el caso mexicano las Instituciones pioneras: MUNAL (Museo Nacional de Arte), Papalote Museo del Niño, Museo Interactivo de Economía (MIDE), MUAC (Museo Universitario Arte Contemporáneo) a partir de:

Talleres multisensoriales y por competencias: En Papalote y MIDE se diseñan espacios que integran juego, manipulación, narrativa, exploración visual, resolución de problemas, y arte, activando distintas inteligencias (lógico-matemática, espacial, corporal, lingüística y musical).

Recorridos temáticos y diferenciados: En el MUNAL, se han implementado mediaciones para público escolar en las que se utilizan narrativas, juegos de observación, dramatizaciones y recursos gráficos, dando entrada a múltiples formas de aprendizaje.

Materiales de mediación diferenciados: Uso de guías de interpretación visual, mapas temáticos o recursos digitales que permiten entrar a las obras por caminos distintos (colores, símbolos, emociones, música, datos, técnicas).

Desde la mediación en museos, la Inteligencia Emocional aporta herramientas esenciales para que los educadores enriquezcan la experiencia de los visitantes frente a las colecciones y le permite diseñar experiencias más humanas, empíricas y significativas, tanto para todas y todos.

Un mediador con alta IE puede percibir las emociones del grupo y ajustar el tono, el ritmo y el lenguaje de la visita, crear un ambiente de confianza, propicio para la reflexión personal y colectiva, ayudar a los visitantes a conectar emocionalmente con las obras y con las narrativas del museo, resolver tensiones o conflictos con serenidad y comprensión y promover una participación más auténtica y significativa al reconocer y validar las emociones que surgen ante las obras y los espacios.

Las aportaciones clave al museo destacan al educador-mediador como: facilitador emocional, no solo como transmisor de contenidos, el reconocimiento del museo como espacio de experiencia emocional, donde el vínculo con el patrimonio se construye también a través del asombro, la empatía, la conexión identitaria o el conflicto interno y la inclusión de metodologías que consideren la gestión emocional de los visitantes, especialmente ante temas sensibles (violencia, migración, muerte, injusticia, etc.)

Por su parte John Falk aborda las identidades motivacionales del visitante de museos que presenta de manera sistemática en su libro: Identity and the Museum Visitor Experience, publicado en el año 2009.

En este libro, Falk resume décadas de investigación sobre comportamiento de los visitantes y propone las cinco identidades motivacionales (explorador, facilitador, buscador de experiencias, profesional/aficionado y reforzador de sentido), que ya había venido esbozando en artículos y conferencias desde inicios de los años 2000. Aunque sus estudios sobre aprendizaje informal y visitantes en museos comenzaron en los años 80 y 90, su marco teórico más conocido y consolidado aparece publicado formalmente en 2009 con esta obra.

John Falk con su visión innovadora del museo como un espacio donde el aprendizaje está profundamente vinculado a la motivación personal y la dimensión emocional del visitante, propone que las personas no visitan museos solo para adquirir información, sino para satisfacer necesidades e intereses identitarios, como el deseo de relajarse, socializar, descubrir, reforzar vínculos o conectar con lo trascendente.

En esta perspectiva, el museo no es únicamente un lugar de enseñanza, sino un escenario donde el visitante vive experiencias significativas que integran lo cognitivo, lo emocional y lo social. Falk identifica cinco tipos de motivaciones (o identidades del visitante): el explorador, el facilitador, el buscador de experiencias, el profesional/aficionado y el reforzador de sentido, cada uno con formas distintas de aprender y emocionarse en el museo.

Aquí el aprendizaje no es solo racional, sino que ocurre cuando el contenido conecta con emociones, recuerdos, valores o aspiraciones personales. Para ello, los museos deben diseñar experiencias accesibles, envolventes y empáticas, donde cada visitante pueda sentirse reflejado y movilizado, suma al enfoque de Inteligencias Múltiples. Desde la mirada de Falk, el museo se convierte en un espacio donde aprender es también sentir, y donde las emociones son puertas abiertas al conocimiento, la identidad y la transformación.

Destaca que:

1. El aprendizaje en museos es emocional, social y contextual. Las personas no solo aprenden datos, sino que integran la experiencia a su historia personal y emocional.

2. El visitante es activo y selectivo. Cada visitante elige qué ver, cómo relacionarse con las obras y qué significado darle, dependiendo de su identidad, estado de ánimo y expectativas.

3. La motivación es clave para el aprendizaje. Las personas visitan museos para satisfacer necesidades o metas personales que pueden ser educativas, sociales, recreativas, introspectivas o emocionales.

4. Las identidades motivacionales del visitante son múltiples y dinámicas. Falk identifica cinco grandes identidades del visitante:

Explorador: motivado por la curiosidad y el deseo de descubrir.

Facilitador: acompaña a otros (hijos, amigos) para que aprendan o disfruten.

Buscador de experiencia: busca una vivencia estética, espiritual o emocional.

Profesional/aficionado: visita por interés laboral o por un hobby especializado.

Refuerzo de sentido: busca conectar con sus raíces, valores, historia o comunidad.

Sus ideas son esenciales para repensar la mediación, porque:

• Reconocen que no hay un solo tipo de visitante (como inteligencias múltiples), y que los mediadores deben adaptarse a diferentes identidades y expectativas.

• Invitan a diseñar experiencias diversificadas (cognitivas, emocionales, participativas) para responder a las variadas motivaciones.

• Destacan que el mediador no impone significado, sino que facilita que cada visitante construya su propio vínculo con las obras y el patrimonio.

• Promueven una mediación más empática, atenta a las necesidades de públicos diversos y abierta a la pluralidad de interpretaciones.

Las aportaciones clave al museo suman el diseño de experiencias personalizadas y diversas según la motivación del público, el comprensión del museo como un espacio emocional y simbólico, no solo educativo y la importancia de la interpretación del patrimonio como herramienta narrativa que conecta al visitante con sus propias preguntas y emociones.

En México tenemos ejemplos en el Museo Memoria y Tolerancia, Museo de Sitio del Bosque de Chapultepec, Museo León Trotsky (con enfoque de derechos humanos) o Museo de Arte Carrillo Gil (MACG). A partir de:

Mediación basada en el reconocimiento emocional del visitante: En el Museo Memoria y Tolerancia, las visitas se diseñan para activar emociones como empatía, indignación, esperanza o responsabilidad ética, mediante testimonios, imágenes, objetos y preguntas que permiten la reflexión emocional e interpersonal.

Talleres de reflexión personal: Algunos programas para jóvenes y familias trabajan con conceptos como la paz, la diversidad, la identidad y la memoria emocional, promoviendo la autorregulación, la conciencia social y la expresión afectiva.

Formación de mediadores con enfoque emocional: En instituciones como el Museo de Arte Carrillo Gil y MUNAL, se han impartido talleres sobre escucha activa, comunicación empática y vínculo con públicos vulnerables.

MUNAL + Educa: reconoce al visitante como sujeto de saberes previos, emociones y motivaciones diversas. Se generan experiencias para “exploradores” (curiosos), “facilitadores” (acompañantes de niños, adultos mayores), y “buscadores de sentido” (interesados en la historia, estética, espiritualidad del arte).

Museos comunitarios y espacios independientes (como el Museo Comunitario de Santa Ana Tlacotenco o FARO Oriente): trabajan con públicos que se reconocen en su patrimonio e historia local, apelando a la identidad como motivación central de la visita (visitantes “reforzadores”).

Museo del Objeto del Objeto (MODO): sus exposiciones sobre cultura material conectan con el “visitante emocional” y el “experiencial”, al activar recuerdos personales (objetos de infancia, consumo, amor, trabajo) en un formato que cruza lo íntimo y lo colectivo.

A pesar de la riqueza teórica y la evidencia positiva de estas perspectivas, los museos enfrentan múltiples desafíos para integrar estos formatos que potencian la diversidad de inteligencias:

a) Resistencia institucional y jerárquica. Persistencia de estructuras centradas en el saber curatorial como autoridad única, la subvaloración de la labor educativa y de mediación como meramente operativa o logística y la falta de integración interdisciplinaria entre curaduría, educación, diseño y comunicación.

b) Limitaciones presupuestales y de formación, desde la falta de recursos para desarrollar experiencias inclusivas o multicanales, la poca inversión en la formación profesional del personal educativo en áreas como psicología del aprendizaje, diseño inclusivo o gestión emocional, así como la rigidez en los formatos expositivos tradicionales que priorizan la contemplación pasiva.

c) Desconocimiento de los públicos y ausencia de evaluación, a partir de la escasa investigación sobre las motivaciones reales del visitante, las pocas herramientas para medir el impacto emocional o significativo de las visitas y las dificultades para adaptar discursos expositivos a públicos diversos sin perder profundidad.

d) Tensiones entre accesibilidad e integridad del contenido, desde el temor a simplificar el contenido para hacerlo accesible, los dilemas entre la interpretación emocional y la precisión científica o histórica y el riesgo de tratar al visitante como consumidor y no como sujeto activo.

¿Cómo podemos ser el cambio? ¿qué inercias sigues? ¿Por dónde empezar? Aplica estos formatos en tus próximas visitas, emociones, inteligencias o motivaciones y compártelas con otros.

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Muchas gracias querida maestra. Hay tanto qué aprender. BiólogaMaestra en MuseologíaDra. en Educación Graciela Beauregard Solís Profesora-Investigadora División Académica de Ciencias Biológicas Universidad Juárez Autónoma de Tabasco                    Fax: +(52) 993 354 43 08 Tel. cel.: + (52) 1 993 305 2398 (prefijo 044 como local)

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  2. Avatar de echaleunojo echaleunojo dice:

    Te has vuelto mi lectura motivacional y por supuesto, aplicar tus saberes en mi tema. Monumentos Históricos Inmuebles, aunque instintivamente lo hacía, ahora ya se porque lo seguiré haciendo y reforzaré mis diseños. Gracias 🙂

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