Mediación. Reinterpretar la experiencia en el museo.

La creatividad como puente entre la obra y la experiencia transformadora

La Reinterpretación es el sexto momento dentro de la metodología, y se constituye como una etapa de profunda resignificación simbólica, estética y cognitiva. Aquí, la obra de arte ya no es solo observada o analizada: es sentida, reimaginada y expresada desde nuevos lenguajes. Esta etapa invita a las y los visitantes a dialogar con el arte desde su propia subjetividad, reconociendo en la creación una forma de participación activa, sensible y transformadora.

Lejos de reproducir contenidos cerrados, la reinterpretación fomenta lecturas abiertas, donde los participantes pueden experimentar con formatos múltiples: desde los materiales plásticos tradicionales hasta lenguajes contemporáneos como la instalación, el performance, el videoarte, el collage sonoro, la poesía, la expresión corporal o el uso poético de objetos cotidianos. Es un momento en el que el museo se convierte en taller, laboratorio, escenario y estudio.

En todo el proceso se pone en marcha la inteligencia creativa como una capacidad dinámica que permite producir ideas nuevas, resolver problemas de forma original y generar significados simbólicos, estéticos y funcionales en distintos contextos. En esta fase no se limita al talento artístico, sino que abarca la habilidad de ver conexiones inesperadas, proponer alternativas, y dar respuestas innovadoras a situaciones complejas o abiertas. En el campo de la educación y la mediación cultural, esta inteligencia se convierte en un puente entre el conocimiento, la emoción, la imaginación y la acción transformadora.

A lo largo del siglo XX y XXI, múltiples autores han definido y expandido el concepto de creatividad como una forma de inteligencia compleja, transversal y universal. A continuación, se destacan algunas de las aportaciones más relevantes:

  1. Joy Paul Guilford (1950s). Psicólogo estadounidense pionero en los estudios sobre creatividad, propuso que la inteligencia no era una sola, sino un conjunto de habilidades mentales. Introdujo el concepto de pensamiento divergente como una forma esencial de la creatividad: la capacidad de generar múltiples respuestas posibles a una sola pregunta. Para Guilford, la creatividad implicaba fluidez (producir muchas ideas), flexibilidad (cambiar de perspectiva), originalidad y elaboración.
  2. Howard Gardner (1983). Con su teoría de las Inteligencias Múltiples, Gardner reconoció la inteligencia espacial, musical, corporal-kinestésica, interpersonal, intrapersonal y naturalista como formas válidas de pensamiento y conocimiento. Aunque no define una “inteligencia creativa” como tal, su marco abrió el camino para valorarla como una combinación de inteligencias que se manifiesta en situaciones abiertas y de expresión simbólica.
  3. Robert Sternberg (2003). Formuló la teoría de la inteligencia exitosa, donde integra la inteligencia analítica, creativa y práctica. Según Sternberg, la inteligencia creativa es la que permite adaptarse, transformar o redefinir el entorno mediante soluciones novedosas. En su enfoque, la creatividad requiere además compromiso, conocimiento previo, motivación y un entorno propicio.
  4. Edward de Bono (1974). Creador del concepto de pensamiento lateral, defendió que la creatividad no depende solo del pensamiento lógico (lineal o convergente), sino de la capacidad de “pensar diferente”, salirse del patrón, alterar el enfoque del problema. Su propuesta influenció el diseño de metodologías educativas que fomentan la exploración de múltiples caminos.
  5. Alan Rowe y la Inteligencia Creativa. Propuso que la inteligencia creativa es una combinación de factores cognitivos, afectivos y actitudinales: la manera de percibir la realidad, procesar la información, los valores personales, el carácter, la sensibilidad estética y la disposición al riesgo. En su visión, esta inteligencia se activa en contextos donde la complejidad, la ambigüedad y lo simbólico están presentes.

Vínculo con la obra de arte

La Reinterpretación no se desvincula de la obra original, sino que la expande. Esta expansión simbólica puede partir de: La atmósfera emocional evocada por la obra. La vida o el gesto del artista. Los elementos formales: color, forma, composición, ritmo, textura. La resonancia con vivencias personales o contextos sociales actuales.

La creatividad es el corazón de este momento. No como un talento reservado a unos cuantos, sino como una capacidad inherente al ser humano, como lo han sostenido múltiples pensadores a lo largo del tiempo:

  • Erich Fromm afirmaba que la creatividad es una actitud vital.
  • Margaret Mead la concebía como la capacidad de crear algo que sea una novedad para quien la produce.
  • Guilford señaló que la creatividad se basa en aptitudes universales: fluidez, flexibilidad, originalidad y pensamiento divergente.
  • Jean Piaget la ligó con el juego simbólico como expresión del desarrollo cognitivo.
  • Torrance la vio como un proceso para identificar lagunas en el conocimiento y formular nuevas hipótesis.

Desde estas perspectivas, podemos entender que en la Reinterpretación lo que se activa no es solo la expresión artística sino una forma compleja de pensamiento, una apertura sensorial, una inteligencia emocional y una postura crítica ante el mundo.

Pensamiento convergente, divergente y complejo

Para comprender cómo opera la inteligencia creativa, es necesario diferenciar y articular tres tipos de pensamiento clave:

  • Pensamiento convergente. Es el pensamiento lógico, analítico y secuencial. Se usa para resolver problemas con una única solución correcta. Es fundamental en disciplinas como las matemáticas o las ciencias exactas, y permite verificar, ordenar, sistematizar. Sin embargo, en contextos creativos, el pensamiento convergente se vuelve limitante si se usa de forma exclusiva, ya que puede reducir las posibilidades de exploración.
  • Pensamiento divergente. Como señaló Guilford, es la capacidad de generar múltiples respuestas ante una misma pregunta, visualizar alternativas, conectar ideas no lineales y permitir el error como parte del proceso. Este pensamiento es fundamental para soñar, imaginar, crear metáforas, jugar con los sentidos.
  • Pensamiento complejo. Propuesto por Edgar Morin, este tipo de pensamiento reconoce la incertidumbre, las paradojas, la multiplicidad de factores en un fenómeno. Aplica especialmente en contextos donde hay múltiples perspectivas culturales, simbólicas, sociales o personales. El pensamiento complejo invita a considerar que no todo se puede reducir a respuestas binarias y que la creatividad debe operar en redes, relaciones, y capas de significado.

La inteligencia creativa como proceso multidimensional

La inteligencia creativa no es un rasgo innato ni una habilidad técnica aislada. Es un proceso mental, corporal, emocional y simbólico que implica:

  • Percepción: captar relaciones nuevas entre elementos aparentemente inconexos.
  • Sensibilidad estética: capacidad de apreciar lo bello, lo significativo, lo simbólico.
  • Intuición: forma no lineal de acceder al conocimiento.
  • Juego: apertura a la exploración sin juicio inmediato.
  • Riesgo: disposición a fallar, transformar y sostener la ambigüedad.
  • Expresión simbólica: uso de lenguajes no convencionales para comunicar sentidos (arte, música, corporalidad, poesía, instalaciones).

Aplicaciones en la educación y la mediación

En contextos educativos y museísticos, fomentar la inteligencia creativa es abrir un campo fértil para que las personas:

  • Exploren sus propias maneras de aprender y crear.
  • Reinterpreten el patrimonio desde experiencias personales.
  • Rompan barreras rígidas de lo correcto o lo académico.
  • Produzcan conocimiento desde la emoción, el cuerpo, el símbolo y la imaginación.

Por ejemplo, frente a una obra artística, un visitante con inteligencia creativa activa podrá imaginar otros relatos posibles, proponer nuevos usos simbólicos de los objetos, o traducir visualmente una emoción sentida. Esta inteligencia permite hacer del museo un espacio de resonancia y transformación.

Por eso, la Reinterpretación también se convierte en un espacio para romper las barreras de lo escolar, lo normado, lo esperado. Propone un aprendizaje vivo, inclusivo y libre, donde el error se convierte en posibilidad, y la exploración en sentido.

Los formatos creativos que pueden surgir en esta etapa son múltiples, y cada uno de ellos permite un tipo distinto de conexión emocional, simbólica y sensorial con la obra:

  • Creación plástica: pintura, dibujo, collage, escultura con materiales reciclados.
  • Expresión escénica: dramatizaciones, mimos, coreografías, teatro de sombras.
  • Lenguaje verbal y escrito: cartas, diarios ficticios, poemas, relatos, manifiestos.
  • Producción audiovisual: videopoemas, entrevistas performáticas, reels colaborativos.
  • Instalaciones efímeras: objetos recolectados, composiciones sonoras, ensamblajes.
  • Uso poético de lo cotidiano: resignificación de objetos simples como espejo, piedra, tela, comida, zapatos, botones, etc.

Cada uno de estos procesos expande los sentidos de la obra y permite al visitante experimentar el arte no solo desde la contemplación, sino desde la creación. La reinterpretación en el museo requiere de un entorno sensible, acogedor y provocador: un lugar donde se valoren la intuición, la metáfora, el juego, la emoción, el riesgo, donde el visitante pueda “salir de su propia mente”, como diría Rowe, y entrar en diálogo con nuevas posibilidades de sí mismo.

Potenciar  desde este enfoque a los visitantes creativos para que:

  • Se hagan grandes preguntas.
  • Observen el mundo del museo y se sumergan en él con curiosidad.
  • Se arriesgen, juegen, se equivoquen y vuelvan a intentar.
  • Encuentren belleza en los detalles.
  • Usen los problemas como materia prima para crear.

La reinterpretación como derecho a imaginar, no solo es una etapa metodológica: es una afirmación para narrarse de nuevo, a tejer vínculos entre lo que fue, lo que es y lo que puede llegar a ser el museo, un artista, una obra. Es, también, una forma de resistencia a la pasividad, a la repetición sin sentido, al silencio del espectador. Es un momento donde el museo se transforma en un espacio de libertad poética, pedagógica y política.

En este momento es donde se integran sensibilidad, pensamiento crítico, exploración estética y creatividad. Aquí se produce una fusión entre el arte y la vida, entre lo visto y lo vivido, entre la obra y el sujeto. Y desde allí, se abre la puerta a nuevas formas de mirar, de sentir y de decir el mundo con otras voces.

Por ejemplo, un retrato histórico puede inspirar una carta escrita desde la voz del personaje retratado. Un paisaje puede convertirse en una instalación de objetos recolectados en el entorno urbano. Una escena costumbrista puede dar pie a una dramatización contemporánea que actualice las problemáticas representadas. Así, la obra no se “interpreta” desde una mirada cerrada, sino que se recrea, se revive, se reinventa.

Ejemplos de ejercicios de reinterpretación por tipo de obra

1. Paisaje. “Valle de México desde el cerro de Santa Isabel” de José María VelascoDesarrollo:

  • Los visitantes crean un paisaje sonoro con grabaciones de viento, lluvia, canto de aves, sonidos urbanos y rurales actuales.
  • Ejercicio literario: escribir un haiku o poema breve inspirado en el paisaje.
  • Realización de una coreografía grupal que represente el movimiento de los elementos naturales: nubes, agua, árboles, caminos.
  • Reconfiguración del paisaje en una instalación con materiales reciclados, donde se intervienen los colores o los límites de lo visible/invisible.

2. Retrato. “Retrato de Sor Juana” de Miguel CabreraDesarrollo:

  • Creación de cartas escritas desde el personaje retratado a una persona actual.
  • Dramatización breve: escena teatral de un monólogo interno de la figura retratada.
  • Construcción de un altar contemporáneo con objetos que simbolicen la personalidad y legado de la persona retratada.
  • Ejercicio de música descriptiva: componer o seleccionar piezas musicales que “traduzcan” el carácter del personaje retratado (dignidad, melancolía, poder, fragilidad, etc.).

3. Obra histórica: “La Batalla de Puebla”, obra anónima del siglo XIX. Desarrollo:

  • Escritura de microrelatos desde diferentes perspectivas: un soldado raso, una mujer en el campo de batalla, un extranjero que presencia los hechos.
  • Realización de una mesa escénica donde los visitantes crean una puesta en escena con movimientos mínimos y objetos simbólicos (sombreros, telas, ramas).
  • Creación de un rap o canción colectiva que actualice los valores que emergen de la escena (resistencia, identidad, comunidad).
  • Debate dramatizado: ¿cómo se representa el heroísmo hoy? ¿Quiénes serían los protagonistas de una obra histórica actual?

4. Escena costumbrista.  “El velorio” de José María JaraDesarrollo:

  • Dinámica teatral en la que los participantes improvisan escenas cotidianas del presente con los mismos valores simbólicos de la obra: duelo, colectividad, ritual, comida, familia.
  • Ejercicio culinario simbólico: ¿Qué alimentos hoy serían centrales en un ritual de despedida? ¿Qué historias cuentan?
  • Escritura de versos populares al estilo de calaveritas o décimas que relaten la escena desde la voz de un objeto o un personaje marginal (el perro, el pan, la vela).
  • Performance con objetos domésticos para explorar los roles de género y las emociones representadas en la escena.

5. Obra religiosa o simbólica: “La Dolorosa”, autor anónimo del siglo XVIIIDesarrollo:

  • Creación de una máscara o retablo personal que represente un duelo o dolor individual sublimado en arte.
  • Uso de la danza como lenguaje expresivo: coreografía contemporánea de duelo y sanación.
  • Instalación de una ofrenda simbólica colectiva con objetos que representen pérdidas, silencios o esperanzas.
  • Composición de una carta o plegaria laica a partir de los elementos visuales de la obra.

Los formatos creativos que pueden surgir en esta etapa son múltiples, y cada uno permite un tipo distinto de conexión emocional, simbólica y sensorial con la obra:

  • Creación plástica: pintura, collage, escultura con materiales naturales o reciclados.
  • Expresión escénica: teatro de papel, dramatización, teatro de sombras.
  • Lenguaje verbal y escrito: cartas, diarios, manifiestos, poemas colectivos.
  • Producción audiovisual: cortometrajes con celular, entrevistas ficcionales, fotonovelas.
  • Instalaciones efímeras: ensamblajes de objetos cotidianos que narren historias.
  • Lenguajes híbridos: música corporal, arte textil con narrativa simbólica, uso del cuerpo como mapa emocional.

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