Mediación y visitantes para el diseño de experiencias y dispositivos

El diseño educativo en museos y centros culturales exige hoy en día un conocimiento profundo no solo de los contenidos que se exhiben, las obras o piezas concretas de una exposición temporal o permanente, también se ha hecho necesario tener presente que el eje del proceso de diseño de proyectos, actividades o dispositivos aplicables a las exposiciones temporales o permanentes son los visitantes.

Por ello, indagar sobre sobre su procedencia (territorio), edad, condición social, económica, cultura a la que pertenecen formas de interactuar durante su recorrido. En este espacio destaco la revisión y el reconocimiento que los educadores necesitan hacer sobre sus formas de aprender y las experiencias de bienestar que les puede aportar la experiencia en el museo.

De esta manera, desde un enfoque activo y participativo lejos de concebir al público como receptor pasivo de información, el enfoque contemporáneo (museológíco y educativo) parte de reconocer al visitante como un sujeto activo, diverso y con estilos de aprendizaje múltiples, lo que demanda del educador el uso de «una caja de herramientas pedagógicas amplia y flexible» que posibilita la activación de experiencias significativas en el museo.

Es cierto que la educación en museos ha experimentado un giro paradigmático en las últimas décadas, pasando de un modelo centrado en la transmisión de contenidos a un «publico en general», a uno que privilegia la participación activa del visitante, la construcción de sentidos colectivos y la transformación social. Este acercamiento está estrechamente vinculado con los postulados de la museología social y de la museología crítica, que han replanteado el papel del museo en dialogo y relación con sus comunidades y contextos.

Ya desde el último tercio del siglo XX, surgen reflexiones museológicas de profesionales como Hugues de Varine y Georges Henri Rivière, sobre una diferente visión del museo y postularon la denominada Nueva Museología; establecieron que el museo no debía ser únicamente un templo de conservación, sino un espacio al servicio de la sociedad, donde el patrimonio se entiende como un recurso vivo que se interpreta y resignifica en función de las necesidades comunitarias. Estas ideas se proyectaron en la mesa De Santiago de Chile en 1972, donde otros profesionales como Mario Vazquez, abordaron a partir de los Ecomuseos en Museos comunitarios en diferentes puntos de América Latina con la educación como agente de cambio social.

Posteriormente, la museología crítica (Duncan Cameron, Eilean Hooper-Greenhill), reflexiona sobre el museo visto como una institución que crea narrativas y lo propone como un espacio para el conflicto, la negociación y la revisión sociocultural. La museología participativa (Nina Simon) ampliaron su enfoque, situando al visitante en el centro del proceso y promoviendo la co-creación de experiencias. Nina Simon (The Participatory Museum): enfatiza que la participación activa y la creación colectiva potencian la relevancia social del museo. Luis Camnitzer (curaduría pedagógica): sugiere que la exposición misma puede ser pensada como un dispositivo educativo que dialogue con la pedagogía crítica y el arte como herramienta de reflexión social.

La museología social plantea una respuesta crítica al modelo tradicional de museo, centrado en la conservación de objetos y en discursos elitistas. Su fundamento es que el museo debe estar al servicio de la sociedad, como un instrumento de transformación social, participación comunitaria e inclusión cultural. Ejemplos como el de Mario Chagas (Brasil),  uno de los principales teóricos y promotores de la museología social en Latinoamérica. Defiende el museo como un territorio político, poético y pedagógico, donde la memoria se activa para la transformación social. Por su parte, la museologa Waldisa Rússio Camargo Guarnieri (Brasil), es pionera en plantear una museología integral que articula investigación, conservación y comunicación, orientada a la sociedad. Los ejes que la sustentan son:

  1. El museo como espacio de comunidad: Más que un edificio, el museo se entiende como un proceso cultural que involucra activamente a la comunidad en la conservación, interpretación y gestión del patrimonio.
  2. El patrimonio como recurso vivo: No se limita a los objetos artísticos o arqueológicos, sino que incluye la memoria colectiva, los saberes, tradiciones, paisajes y prácticas sociales.
  3. Participación y protagonismo social: Los visitantes no son receptores pasivos, sino actores activos que co-construyen los significados del patrimonio.
  4. Función educativa y transformadora: El museo se reconoce como espacio de aprendizaje crítico y de fortalecimiento de la identidad cultural y la ciudadanía.
  5. Compromiso político y social: La museología social está estrechamente ligada a los contextos históricos de desigualdad en América Latina, por lo que su práctica busca justicia cultural, inclusión y democratización.

Desde esta perspectiva, el museo se concibe como un espacio de diálogo intercultural, ciudadanía y empoderamiento social, en donde la mediación no es un accesorio, sino el eje que articula la relación entre patrimonio, institución y comunidad.

La mediación con dispositivos en museos parte del principio fundamental de que el visitante es el centro del proceso educativo y cultural. Ya no se concibe como receptor pasivo de información, sino como un sujeto activo, diverso y con múltiples formas de aprender, interactuar y apropiarse del patrimonio. Comprender sus características —edad, nivel educativo, contexto social, género, lengua, capacidades diversas— permite diseñar recursos y experiencias que respondan de manera pertinente a sus necesidades y expectativas.

Desde esta perspectiva, los dispositivos museográficos y didácticos —paneles interpretativos, materiales táctiles, actividades participativas, recursos digitales, dramatizaciones, talleres— se convierten en puentes entre los contenidos expositivos y las formas de aprender de los públicos. Los visitantes se conciben desde su pluralidad de ámbitos: sociales (individuos y colectivos), cognitivos (diversos estilos y ritmos de aprendizaje), sensoriales (accesibilidad e inclusión), emocionales (resonancia personal y memoria) y culturales (territorio, identidad, género, diversidad lingüística). Reconocer esta complejidad implica que la mediación no puede ser homogénea, sino diferenciada, flexible e inclusiva, capaz de activar la curiosidad, el pensamiento crítico, la participación y la creatividad.

Los estudios cualitativos sobre la experiencia de los visitantes en museos han permitido reconocer que una visita no se reduce a un simple recorrido físico, sino que integra diversas dimensiones complementarias:

  • Dimensión empírica (Verón, etnográfica): se centra en reconstruir la experiencia tal como la vive cada visitante, a través de la observación o la narrativa de su recorrido.
  • Dimensión efectual (Sebeok, sociológica): atiende a los aspectos rituales, lúdicos y educativos que emergen en la experiencia de visitar un museo.
  • Dimensión contextual (historiográfica): inscribe la visita en una tradición cultural e institucional específica (ejemplo: el carácter ritual del Museo Nacional de Antropología en México).

De la articulación de estas dimensiones surge la tipología de visitantes que propone metáforas para comprender las estrategias de recorrido y los modos de relación con el espacio museográfico. Tipología de visitantes.

  • Visitante-hormiga. Recorre el museo de manera minuciosa y sistemática. Se detiene en cada sala, panel o recurso. Busca un aprendizaje estructurado y exhaustivo.
  • Visitante-chapulín. Hace un recorrido errático, sin orden lineal. Salta de un objeto o sección a otra siguiendo la curiosidad del momento. Representa al visitante explorador espontáneo.
  • Visitante-pez. Recorre el museo con rapidez, casi en línea recta hacia la salida. Apenas se detiene, solo capta impresiones superficiales. Encapsula el tipo de visita fugaz.
  • Visitante-mariposa. Establece un itinerario selectivo y episódico. Se detiene en algunos objetos o experiencias que le atraen por su forma, color, novedad o significado personal. Es un visitante sensible y estético, que disfruta fragmentos.

Esta tipología, derivada de los estudios de Eliseo Verón (empíricos) y Martine Levasseur sobre las conductas de los visitantes en una exposición temporal y que constituye una herramienta fundamental porque:

  • Reconoce la diversidad de estrategias de visita: no existe un único modo correcto de recorrer un museo; cada visitante construye su experiencia según motivaciones, tiempos e intereses.
  • Permite diseñar museografías flexibles: integrar recursos para visitantes rápidos (mensajes claros y visuales) y también para quienes buscan profundidad (paneles completos, guías).
  • Orienta la mediación educativa: el mediador puede adaptar su estrategia al estilo predominante del grupo, potenciando la experiencia sin imponer un único recorrido.
  • Aporta a la evaluación museológica: analizar patrones de visita ayuda a mejorar la organización espacial, la señalética y la narrativa expositiva.
  • Refuerza la función social del museo: al atender distintos perfiles de visitantes, se amplía la accesibilidad y la relevancia cultural de la institución.

Otros formatos que registran información sobre los públicos que acuden al museo y que generalmente puntualizan cuantitativamente esta información a partir de la Integración de variables socio demográficas y culturales consideran:

  • Edad. Niños y jóvenes: requieren experiencias lúdicas, interactivas, multisensoriales y ligadas a su mundo cotidiano. Adultos: buscan contenidos que amplíen su conocimiento, ofrezcan marcos interpretativos y generen reflexión. Adultos mayores: valoran la memoria, la narración y la dimensión social de la visita.
  • Nivel Escolar. Básico: contenidos concretos, ejemplos cercanos, actividades que fomenten la curiosidad. Medio superior y superior: mayor capacidad de análisis crítico, relación con teorías y contextos históricos. Acciones de mediación: guías en distintos niveles de lectura, talleres escolares adaptados al currículum, propuestas de indagación y debate para jóvenes.
  • Social/ territorio. Los visitantes de contextos urbanos suelen tener mayor familiaridad con el museo; los de zonas rurales pueden acercarse desde otras prácticas culturales. El nivel socioeconómico influye en la frecuencia de la visita y en la percepción de accesibilidad.
    • Acciones de mediación: programas extramuros, transporte escolar o comunitario, exposiciones itinerantes, estrategias de inclusión de comunidades periféricas.
  • Género. Las identidades de género condicionan la forma en que los visitantes se ven representados en las exposiciones.
    • Acciones de mediación: visibilizar a mujeres artistas, incluir perspectivas feministas y de diversidad sexual, abrir espacios de diálogo sobre estereotipos y representaciones.
  • Personas con discapacidad. Visuales, auditivas, motrices o cognitivas necesitan diseños accesibles.
    • Acciones de mediación: audioguías con audiodescripción, lengua de señas mexicana (u otros), maquetas táctiles, textos en braille, recorridos accesibles, lectura fácil, pictogramas.
  • Idioma y cultura. Visitantes que hablan lenguas indígenas o extranjeras requieren mediaciones multilingües.
    • Acciones de mediación: traducciones de materiales, mediadores bilingües, incorporación de saberes locales en el discurso museístico.

Sin embargo, el ejercicio que me parece fundamental desde las áreas educativas es que los educadores de museos conozcan a los públicos a partir de sus diversas formas de aprender y experimentar el museo. Esto permite diseñar proyectos, dispositivos y materiales de apoyo que se conviertan en herramientas para tener una visita significativa en el museo.

Este proceso permite integrar acciones eficaces en sus exposiciones y llegar a construir una comunidad que logre ver al museo como un espacio compartido, afín, cotidiano y cercano que aporta un bienestar emocional en compañía de otros. Aquí algunos aspectos a tomar en cuenta para conocer a estas comunidades diversas de visitantes desde sus procesos cognitivos, procedimentales y conductuales desde enfoques pedagógicos. Los visitantes llegan al museo con identidades múltiples: edad, nivel educativo, género, lengua, clase social, territorio, capacidades diversas. Cada una de estas dimensiones incide en la forma en que aprenden, interpretan y se relacionancon el patrimonio.

Inteligencias Múltiples. Howard Gardner.

Pluralidad de formas de aprender que obliga a diversificar los dispositivos y lenguajes museográficos. los estudios sobre el aprendizaje ofrecen un marco indispensable. La teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner nos recuerda que no todos aprendemos de la misma forma: algunos requieren lo visual-espacial, otros lo musical, lo kinestésico, lo lógico-matemático o lo interpersonal. Esta perspectiva ayuda a diseñar experiencias de mediación en sala que combinen imágenes, narraciones, dinámicas grupales y ejercicios prácticos, permitiendo que cada visitante encuentre una vía de acceso al conocimiento.

  • Características del visitante. Diverso y plural: cada persona aprende de manera diferente según sus fortalezas cognitivas. Explorador multisensorial: busca relacionarse con el patrimonio a través de distintos lenguajes (visual, musical, corporal, verbal, lógico). Único: no hay un “visitante promedio”, sino múltiples estilos de aproximación al conocimiento. Activo y creativo: puede expresar su comprensión a través de la escritura, la música, el dibujo, el movimiento o la reflexión lógica.
  • Forma de aprender: Aprenden mejor cuando se activa la inteligencia que predomina en su estilo de procesamiento.
    • Lingüística-verbal: leyendo cédulas, escuchando relatos, creando narrativas.
    • Lógico-matemática: a través de clasificaciones, comparaciones, relaciones causa-efecto.
    • Visual-espacial: observando imágenes, mapas, diagramas, colores y composiciones.
    • Musical: conectando con sonidos, ritmos, narraciones sonoras o piezas musicales vinculadas al patrimonio.
    • Corporal-kinestésica: manipulando objetos, dramatizando escenas, explorando con el cuerpo.
    • Interpersonal: aprendiendo en diálogo, compartiendo ideas, trabajando en grupo.
    • Intrapersonal: reflexionando individualmente, conectando la experiencia con su vida.
    • Naturalista: identificando elementos de la naturaleza, ecosistemas, materiales y técnicas de origen natural en las obras o piezas.
  • Claves de mediación: Diversificar los dispositivos: ofrecer recursos que atiendan distintas inteligencias (lecturas, juegos matemáticos, collages, dramatizaciones, audios, maquetas, debates). Diseñar recorridos inclusivos: permitir que cada visitante encuentre su propia “puerta de entrada” a la exposición. Equilibrar lenguajes: combinar texto, imagen, sonido, movimiento y actividad práctica. Favorecer la autoexpresión: dar espacios para que los visitantes creen (dibujos, escritos, canciones, preguntas). Reconocer la pluralidad: validar que todos los modos de aprender son valiosos y complementarios.

Paradigma Constructivista. Encontramos a autores como Piaget, Vygotsky y Ausubel enfatizan que aprender significa construir significados a partir de la interacción con el entorno y con los otros. Para el museo, esto implica que el mediador debe crear situaciones de aprendizaje donde los visitantes se relacionen con la obra, el objeto o el fenómeno, conectando lo nuevo con lo que ya saben (Ausubel), dialogando en su zona de desarrollo próximo (Vygotsky), o experimentando con retos que despierten la curiosidad y el razonamiento (Piaget).

Teoría del desarrollo cognitivo. Jean Piaget.

Las personas aprenden de acuerdo con su etapa de desarrollo cognitivo. Cada estadio determina cómo perciben, procesan y comprenden la información:

  1. Sensoriomotor (0-2 años): exploran el mundo a través de los sentidos y la acción.
  • Características del visitante: Exploran el mundo a través de los sentidos y el movimiento (tocar, mirar, oler, escuchar). Aprenden mediante la acción directa y la repetición de gestos. Comienzan a desarrollar la permanencia del objeto (entender que algo sigue existiendo aunque no lo vean). Están en pleno desarrollo de la coordinación ojo-mano y de la motricidad fina y gruesa.
  • Formas de aprender en el museo: A través de experiencias sensoriales inmediatas: colores, texturas, sonidos, contrastes de luz. Mediante la imitación de gestos y expresiones de adultos y mediadores. Explorando entornos seguros que les permitan manipular y descubrir. Responden a estímulos emocionales: sonrisas, música, voces amables.
  • Claves de mediación: Diseñar espacios sensoriales seguros: alfombras, cojines, materiales blandos, objetos grandes y fáciles de manipular. Usar dispositivos multisensoriales: cajas táctiles, sonajeros (reproducciones de objetos en sala), móviles de colores, proyecciones de luz y sombra. Ofrecer visitas cortas y flexibles, considerando los tiempos de atención y descanso de bebés. Integrar a padres, madres y cuidadores como mediadores naturales, dándoles orientaciones sencillas para guiar la experiencia. Promover la interacción afectiva: canciones, arrullos, contacto físico seguro.

2. Preoperacional (2-7 años): piensan de manera simbólica, pero con dificultad para adoptar la perspectiva de otros.

  • Características del visitante: Piensan de manera simbólica y mágica. Aprenden por imitación, juego y narración. Tienden al egocentrismo cognitivo: creen que los demás ven el mundo igual que ellos.
  • Formas de aprender: A través del juego simbólico, imágenes llamativas, cuentos y dramatizaciones. Necesitan recursos sensoriales y experiencias concretas.
  • Claves de mediación en museos: Usar relatos, personajes y dramatizaciones para introducir contenidos. Dispositivos táctiles, juegos de roles, títeres, fanzines ilustrados. Actividades cortas y dinámicas para mantener la atención.

3. Operaciones concretas (7-11 años): comprenden relaciones lógicas, pero vinculadas a situaciones concretas.

  • Características del visitante: Razonamiento lógico, pero ligado a objetos concretos. Comienzan a clasificar, ordenar y establecer relaciones causa-efecto. Disfrutan de explorar y manipular.
  • Formas de aprender: A través de la experimentación y la manipulación directa. Comparaciones y clasificaciones (por colores, formas, estilos artísticos, temas). Narraciones conectadas con su experiencia cotidiana.
  • Claves de mediación en museos: Actividades de observación guiada con preguntas (“¿qué pasa si…?”, “¿cómo se parecen estas dos obras?”). Dispositivos interactivos: rompecabezas, mapas desplegables, cajas didácticas. Talleres creativos donde transformen lo que ven en una producción propia (dibujos, collages, maquetas).

4. Operaciones formales (12 años en adelante): desarrollan pensamiento abstracto, hipotético y crítico.

  • Características del visitante: Capacidad de razonamiento abstracto, pensamiento hipotético-deductivo. Se interesan por conceptos, teorías, símbolos, metáforas. Pueden cuestionar, debatir y reflexionar críticamente.
  • Formas de aprender: A través de la abstracción, el debate, la comparación histórica y conceptual. Interés por los dilemas, las problemáticas sociales, los discursos simbólicos.
  • Claves de mediación en museos: Dispositivos críticos y reflexivos: murales colectivos, foros de preguntas, dramatizaciones históricas. Uso de metodologías como Visual Thinking Strategies, filosofía para niños/jóvenes, debates sobre género, patrimonio o política cultural. Invitación a generar hipótesis, reinterpretaciones o propuestas propias a partir de la colección.

Teoría Sociocultural. Lev Vigotsky. 

La noción de zona de desarrollo próximo inspira el trabajo del mediador como facilitador que impulsa al visitante a ir más allá de lo que lograría solo.

  • Características del visitante:Valoran las interacciones sociales. La cultura y lenguaje son factores importantes para el desarrollo de la cognición. El lenguaje es un medio para expresar ideas, hacer preguntas, dar categorías y conceptos. Es la cultura la que determina el avance cognitivo de los niños y niñas. El desarrollo se da en un espacio compartido o ZDP a partir de explicaciones, demostraciones, trabajo cooperativo, etc.
  • Forma de aprender: Aprenden en un formato de zona de desarrollo próximo, avanzando más allá de lo que lograrían solos gracias al apoyo de otros.
  • Claves de mediación: Actividades en grupo, aprendizaje colaborativo, mediadores que acompañan y guían.

Aprendizaje significativo. David Ausubel. 

Resalta la importancia de los anclajes cognitivos, lo cual exige conectar las propuestas museales con la experiencia previa de los públicos.

  • Características del visitante: Retomar los conocimientos previos. Implica una reestructuración activa de las percepciones, ideas, conceptos y esquemas en la estructura cognoscitiva que deberán integrarse con el conocimiento nuevo.
  • Formas de aprender: implica una reestructuración activa de las percepciones, las ideas, los conceptos y esquemas que el aprendiz posee en su estructura cognitiva.Por recepción, descubrimiento, recepción, descubrimiento y significativo. Aprenden en la zona de desarrollo próximo, avanzando más allá de lo que lograrían solos gracias al apoyo de otros.
  • Claves de mediación: Que la visita al museo contenga experiencias y contenidos que se tornen significativos o “con sentido” depende de la posibilidad de ser incorporado substancialmente al conjunto de conocimientos previos del sujeto en su estructura mental. Actividades en grupo, aprendizaje colaborativo, mediadores que acompañan y guían a partir de las formas de aprender.

Interpretación del Patrimonio. Friman Tilden/Sam Han

Su máxima —la interpretación no es instrucción, sino provocación— sigue siendo la base de las estrategias que buscan despertar curiosidad y compromiso. Aporta una dimensión crucial: traducir el conocimiento especializado en experiencias significativas y memorables.

  • Características del visitante: Sujeto activo y curioso: llega con intereses y expectativas propias; busca vivir una experiencia significativa, no solo informativa. Portador de experiencias previas: interpreta lo que ve desde su historia personal, conocimientos y emociones. Diverso: en motivaciones, tiempo, nivel de comprensión, edad o bagaje cultural. Emocional y racional: responde tanto a los datos como a las experiencias sensibles y simbólicas. Temporal: su atención es limitada; necesita estímulos claros, atractivos y bien organizados.
  • Forma de aprender: Aprenden cuando pueden relacionar lo observado con su vida cotidiana. Por conexión personal: aprenden mejor cuando los contenidos se vinculan con su vida cotidiana, sus valores o su contexto (principio de relevancia de Tilden). Por descubrimiento: disfrutan de la sorpresa, el asombro y el acceso a significados ocultos detrás de los objetos. A través de la emoción: los relatos, metáforas y experiencias sensoriales potencian el aprendizaje. Mediante historias: la narrativa es clave para transformar datos en experiencias memorables. De manera selectiva: no retienen toda la información, sino aquella que les resulta más significativa.
  • Claves de mediación: No basta con transmitir datos, sino con provocar el interés y conectar intelectualmente y emocionalmente al visitante con lo que observa. Preguntas detonadoras, ejemplos cercanos, narrativas que conecten patrimonio y experiencia vital.
    • Freeman Tilden (1957) destaca la relevancia: vincular el patrimonio con la vida y experiencia del visitante. La provocación: no dar solo información, sino despertar curiosidad y reflexión. La iInterpretación como arte: usar recursos narrativos, visuales y emocionales para comunicar. Debe mostrar la totalidad de significados, no datos fragmentados y la diferenciación: adaptar la mediación a las características del público (niños, adultos, expertos). Inspiración: su fin último es motivar, emocionar y transformar al visitante.
    • Según Sam Ham (años 90-2000) es necesario desarrollar TORE (Temático, Organizado, Relevante, Enjoyable): la interpretación debe ser clara, organizada en torno a un tema central, conectada a la vida del público y agradable. Elmindfulness interpretativo: captar la atención y mantenerla requiere estímulos variados y participativos, así como la persuasión interpretativa: la interpretación puede fomentar actitudes positivas hacia la conservación y el respeto cultural.

La teoría de la Modificabilidad Cognitiva Estructural (MCE). Reuven Fluerstein.

Propuso que todas las personas, sin importar su origen, edad o condición, tienen la capacidad de desarrollar y modificar su pensamiento a través de la experiencia y la mediación adecuada. Los aspectos fundamentales de su enfoque son:

  • Características del visitante: Todos son capaces de aprender si cuentan con un mediador que actúe como puente. El potencial es modificable: La inteligencia no es fija ni determinada genéticamente; puede desarrollarse con intervenciones oportunas.
  • Forma de aprender: A través de la mediación intencional: el visitante aprende mejor cuando un mediador orienta su atención hacia lo relevante y le ayuda a construir significado. Por trascendencia: cuando la experiencia museal no se limita al momento de la visita, sino que se conecta con la vida cotidiana y con futuros aprendizajes. Con atribución de significado: el aprendizaje ocurre cuando el objeto, la obra o el fenómeno se vuelven importantes para la persona en su historia y contexto. Mediante la interacción social: la conversación, el diálogo guiado y la reflexión colectiva son vías esenciales para la construcción de conocimiento.
  • Claves de mediación: No basta con exponer a un estímulo; el mediador ayuda a dar sentido, organizar, vincular y aplicar esa experiencia.
    • Intencionalidad y reciprocidad. Guiar la atención del visitante hacia ciertos aspectos de la obra o del objeto patrimonial. Ejemplo: en lugar de dar datos sobre una pintura, pregunta “¿qué detalles llaman tu atención en la forma en que se representa a esta mujer?”.
    • Trascendencia. La experiencia se conecta con algo más amplio: vida personal, contexto social, problemáticas actuales. Ejemplo: vincular una escultura clásica con los ideales de belleza y cómo estos siguen influyendo hoy.
    • Mediación del significado. Puntualizar para qué sirve lo que observa. Ejemplo: explicar que los objetos astronómicos en un Planetario no solo son bellos, sino que nos hablan de la relación histórica del ser humano con el cosmos.
    • Competencia cognitiva. El museo se convierte en un lugar para ejercitar habilidades de comparación, análisis, inferencia, hipótesis. Ejemplo: un dispositivo interactivo que invita a ordenar imágenes de obras según épocas o estilos para ejercitar clasificación.
    • Mediación de la autonomía. El visitante aprende a formular sus propias preguntas y buscar respuestas, fortaleciendo la autorregulación. Ejemplo: un mural de preguntas abiertas donde cada persona aporta lo que le inquieta frente a una obra.

Sebastián Barajas. Aprender es hacer.

Sus fundamentos clave: Desmontar el “mito del contenido”. Barajas cuestiona la idea de que enseñar mucho contenido garantiza el aprendizaje. Lo esencial es qué puede hacer el aprendiz con ese contenido.

  • Características del visitante: Aprendices activos que se apropian de la experiencia a través de la acción.
  • Forma de aprender: El aprendizaje se demuestra haciendo. El conocimiento no es solo información memorizada, sino capacidad de actuar eficazmente en un contexto. No hay aprendizaje sin ejecución. El aprendizaje es situado. No se puede aprender algo descontextualizado: se aprende en relación con un entorno, un sentido, una necesidad o una práctica concreta.
  • Claves de mediación: Talleres prácticos, réplicas manipulables, actividades de creación artística. Crear las condiciones adecuadas para que otro pueda hacer, equivocarse, reflexionar y mejorar. Por tanto, el rol del educador es el de diseñador de procesos activos.

FILOSOFÍA PARA NIÑOS. Matew Lipman y Ann Margaret Sharp.

Destacan que los niños tienen la capacidad innata de filosofar, siempre que se les ofrezca un contexto propicio. Su metodología se basa en el diálogo filosófico dentro de una comunidad de indagación, donde los participantes formulan preguntas, argumentan, escuchan, imaginan y construyen colectivamente significados. El educador es un facilitador del diálogo, no un expositor, y su papel es promover la reflexión, la apertura y la construcción colectiva de sentido.

  • Características del visitante: Persona reflexiva y curiosa: no importa su edad, se reconoce como alguien capaz de hacerse preguntas profundas. Es un explorador de significados, ya que busca no solo información, sino también sentidos y conexiones con su vida. Dialogante: se abre a escuchar y considerar las perspectivas de otros. Igualitario: en la comunidad de indagación, niños, jóvenes y adultos tienen el mismo derecho a preguntar y opinar. Participativo: su voz y sus preguntas son el motor de la experiencia de aprendizaje.
  • Formas de aprender: A través de la preguntas: el conocimiento surge de las dudas y no de respuestas predefinidas. Por diálogo y escucha: la interacción con otros enriquece el pensamiento propio. Mediante la imaginación: al filosofar, se estimula el pensamiento creativo y la capacidad de especular. Con la reflexión crítica: se ejercita el análisis de argumentos, la búsqueda de razones y la coherencia. De forma colaborativa: el aprendizaje es colectivo, emergente, y no lineal.
  • Claves de la Mediación:
    • Provocar la indagación, en lugar de dar datos, invitar a los visitantes a formular preguntas abiertas sobre lo que observan.
    • Fomentar la comunidad de pensamiento: organizar dinámicas circulares de diálogo, donde todos participan y se escuchan.
    • Usar dispositivos como detonadores: cajas de preguntas, tarjetas de “¿qué pasaría si…?”, fanzines reflexivos, rincones para dialogar en círculo.
    • Validar todas las voces: el mediador asegura que cada intervención sea reconocida y tenga espacio.
    • Conectar con lo humano y lo cotidiano: traducir lo abstracto o científico a preguntas filosóficas que toquen la vida diaria.
    • Cuidar el clima de diálogo: promover respeto, escucha activa y libertad para pensar distinto.
  • Estrategias: Comunidad de indagación en sala: frente a una obra o dispositivo museográfico, los visitantes se sientan en círculo y comparten sus primeras impresiones. A partir de ellas, formulan preguntas abiertas (“¿qué pasaría si no existieran las estrellas?”, “¿cómo sabemos que lo que vemos en el cielo es real?”, “¿qué significa ser humano en un universo tan grande?”). El mediador como facilitador: el educador no busca dar respuestas, sino guiar la conversación, incentivar la escucha activa y ayudar a profundizar en los argumentos. Diálogo filosófico multimodal: se pueden integrar recursos de escritura, dibujo o dramatización para que diferentes tipos de inteligencias participen.

Contextual Model of Learning. John Falk y Lynn Dierking (1992, 2000, 2016).

Reconoce que el público no es homogéneo, sino que las motivaciones individuales configuran la experiencia. Lo plantean en diversas categorías: Exploradores: curiosos, buscan aprender por placer. Facilitadores: acompañan a otros (familias, docentes). Profesionales/Aficionados: tienen interés especializado en un tema. Buscadores de experiencias espirituales: buscan contemplación, inspiración o trascendencia. Recolectores de recuerdos: turistas u ocasionales que buscan la experiencia como parte de un viaje o de un recuerdo.

  • Características del visitante: Cada visitante llega al museo con motivaciones, expectativas y conocimientos previos únicos. Portador de historias personales: su identidad, memoria y contexto de vida influyen en cómo interpreta lo que ve. Social por naturaleza: la visita suele ser compartida (familia, amigos, compañeros de escuela), lo cual impacta en lo que se observa, comenta y recuerda. Explorador de entornos: el espacio museográfico (luces, sonidos, señalización, disposición de objetos) condiciona su recorrido y su experiencia. Diverso en motivaciones: desde quienes buscan ocio y entretenimiento, hasta quienes desean aprendizaje profundo o experiencias emocionales.
  • Formas de aprender: Contexto personal. Aprende conectando lo que ve con sus conocimientos previos, intereses y motivaciones. Ejemplo: un visitante que es maestro puede enfocar su experiencia en cómo usar lo visto para su clase. Contexto sociocultural. Aprende a través de la interacción social con sus acompañantes o con el mediador. Ejemplo: los comentarios de una familia en sala potencian la construcción de significados compartidos. Contexto físico. Aprende de la interacción con el espacio y los dispositivos museográficos (diseño, accesibilidad, señalética, recursos interactivos). Ejemplo: un dispositivo táctil o digital facilita el aprendizaje multisensorial.

Personas con discapacidad

Características del visitante con discapacidad visual:

  • Explorador multisensorial: utiliza principalmente el tacto, el oído, el olfato y la memoria espacial para conocer y comprender.
  • Portador de experiencias previas: el aprendizaje se enriquece con lo que ya conoce a partir de su vida cotidiana y otros apoyos educativos.
  • Necesita accesibilidad universal: requiere dispositivos adaptados (maquetas, relieves, audiodescripción, braille, guías táctiles).
  • Busca experiencias significativas: como todo visitante, valora la conexión emocional y cultural con el patrimonio.
  • Diverso en capacidades: algunos tienen ceguera total, otros baja visión; las estrategias deben considerar distintos niveles de percepción visual.
  • Claves de mediación en museos
    • Accesibilidad universal. Proveer maquetas táctiles, reproducciones en relieve, audioguías descriptivas, textos en braille y lectura fácil.
    • Narración multisensorial. Usar descripciones ricas en detalles auditivos, táctiles, olfativos y emocionales.
    • Interacción con el objeto. Permitir tocar reproducciones o materiales similares al original (maderas, telas, metales).
    • Trabajo colaborativo. Fomentar la visita en grupos, donde el intercambio con otros visitantes fortalezca la experiencia (enfoque sociocultural).
    • Provocación reflexiva. Hacer preguntas que inviten a imaginar, recordar, comparar y conectar con su vida.
    • Inclusión simbólica y cultural. No solo adaptar el acceso físico, sino validar al visitante como sujeto cultural pleno, cuyas interpretaciones enriquecen al museo.
    • Recursos/dispositivos: Maquetas táctiles: Reproducciones a escala de objetos y piezas de arte que pueden ser exploradas con el tacto. Audioguías y audiodescripciones: Dispositivos que narran la exposición, ofreciendo una descripción detallada de las obras y su contexto. Guías en braille y letras grandes: Material impreso y señalética adaptada para facilitar la lectura.

Características del visitante con discapacidad auditiva

  • Diversidad dentro de la comunidad sorda: algunos son usuarios de Lengua de Señas (LSM, LSE, ASL, etc.), otros dependen de la lectura labial o apoyos tecnológicos (audífonos, implantes).
  • Visual por excelencia: su canal predominante de aprendizaje es visual-espacial, lo que favorece la observación detallada y la memoria visual.
  • Comunicador alternativo: emplea señas, gestos, lectura de labios, escritura, imágenes o tecnología para interactuar.
  • Participativo: suele aprender mejor en entornos colaborativos donde se respete su lengua y cultura.
  • Culturalmente diferenciado: la comunidad sorda no solo es un grupo con una discapacidad, sino una minoría lingüística y cultural.

Claves de mediación en el museo

  • Accesibilidad comunicativa. Ofrecer intérpretes en Lengua de Señas, subtítulos en todos los videos y materiales escritos claros. Señalética inclusiva con iconos internacionales.
  • Narrativa visual y gestual. Reforzar las explicaciones con imágenes, pictogramas, gráficos, dramatizaciones y demostraciones corporales.
  • Participación activa. Usar dispositivos interactivos (pantallas táctiles, maquetas, recursos visuales) que fomenten la exploración autónoma.
  • Respeto a la cultura sorda. Validar la Lengua de Señas como idioma principal, promover actividades guiadas por mediadores sordos.
  • Provocación y conexión. Formular preguntas abiertas en lengua de señas o con recursos visuales que inviten a reflexionar (“¿qué emociones transmite esta obra?”).
  • Inclusión multisensorial. Incluir experiencias con vibración (plataformas sonoras que se sienten), luces y colores como recursos de mediación.
  • Recursos/dispositivos: Videos con subtítulos y lengua de señas: Contenido audiovisual que incluye interpretación para personas sordas. Bucles magnéticos: Sistemas de sonido que transmiten la información a audífonos o implantes cocleares. Visitas guiadas con intérprete de lengua de señas: Mediadores especializados que traducen la información durante los recorridos.

Características del visitante con discapacidad intelectual

  • El término engloba distintos niveles de comprensión y autonomía (leve, moderada, severa).
  • Necesita apoyos cognitivos: se beneficia de información clara, concreta y organizada.
  • Ritmo de aprendizaje particular: requiere más tiempo para procesar y comprender.
  • Aprendizaje práctico y visual: conecta mejor con ejemplos tangibles, experiencias sensoriales y materiales gráficos.
  • Motivación emocional y afectiva: responde positivamente a entornos cálidos, inclusivos y respetuosos.
  • Explorador activo: disfruta de la interacción con objetos, juegos y dinámicas participativas.

Claves de mediación en el museo

  • Lenguaje claro y accesible. Uso de frases simples, lectura fácil, pictogramas, apoyos visuales.
  • Experiencias multisensoriales. Permitir tocar reproducciones, escuchar sonidos, manipular materiales, explorar olores.
  • Estructuración de la visita. Recorridos cortos, objetivos claros, pocas obras seleccionadas, secuencias lógicas.
  • Apoyo constante del mediador. Adaptar el ritmo, dar tiempo a la respuesta, reforzar con ejemplos cotidianos.
  • Motivación afectiva. Validar las aportaciones, fomentar la autoestima, crear un ambiente seguro y de confianza.
  • Inclusión crítica. Evitar el paternalismo; valorar sus interpretaciones como aportes genuinos al diálogo cultural.
  • Recursos/dispositivos: Material de lectura fácil: Textos con lenguaje sencillo y estructura clara que facilitan la comprensión.
    Recorridos específicos y talleres adaptados: Actividades con un ritmo y enfoque que se ajustan a las necesidades del grupo.
    Programas multisensoriales: Experiencias que involucran el tacto, el sonido y el olor, haciendo el aprendizaje más intuitivo y memorable.

Características del visitante con discapacidad motriz.

  • Diversidad en la movilidad: incluye personas que usan silla de ruedas, bastón, muletas, prótesis, o que tienen movilidad reducida parcial.
  • Limitaciones físicas, no cognitivas: sus capacidades de percepción, razonamiento y creatividad están intactas; el principal reto es el acceso físico y espacial.
  • Explorador del entorno accesible: la experiencia depende de la infraestructura del museo (rampas, elevadores, pasillos anchos, señalización adaptada).
  • Interés en la igualdad de experiencia: busca participar plenamente en las mismas actividades que otros visitantes, sin discriminación ni exclusión.
  • Sensibilidad hacia la inclusión: valora que el museo ofrezca adaptaciones que no infantilicen, sino que promuevan la autonomía y el respeto.

Claves de mediación en el museo

  • Accesibilidad universal. Rampas, elevadores, baños adaptados, pasillos amplios, señalética clara. Mesas y dispositivos a alturas accesibles para sillas de ruedas.
  • Participación plena. Diseñar dinámicas y talleres donde las personas con discapacidad motriz participen en igualdad de condiciones que otros visitantes.
  • Adaptación de dispositivos. Pantallas táctiles inclinadas, interactivos a baja altura, recursos digitales accesibles. Alternativas de manipulación: palancas, botones grandes, sistemas de audio activados por movimiento.
  • Enfoque inclusivo en la mediación. No centrar la visita en la discapacidad, sino en la experiencia compartida de aprender y disfrutar el patrimonio.
  • Estimulación multisensorial y cognitiva. Favorecer actividades visuales, auditivas y participativas que no dependan de la movilidad física.
  • Clima de respeto y empatía

Estas teorías, enfoques y metodologías ofrecen a los educadores del museo un mapa pedagógico para planear experiencias de mediación no solo en sala, sino también en los recursos museográficos (dispositivos táctiles, audiovisuales, interactivos), en las actividades post-visita (talleres, guías digitales, proyectos escolares) y en propuestas externas al museo (visitas extramuros, actividades comunitarias). Comprender las formas de aprender de los visitantes permite, en última instancia, diseñar experiencias más inclusivas, participativas y transformadoras, donde cada persona pueda descubrir, a su manera, el valor del patrimonio artístico, cultural o científico.

En este marco, el diseño de dispositivos se convierte en un proceso estratégico que traduce los contenidos de las exposiciones en experiencias significativas para distintos tipos de visitantes: desde el “pez”, que recorre rápidamente el museo y capta impresiones generales; hasta la “hormiga”, que observa cada detalle, o la “mariposa”, que se detiene selectivamente en aquello que despierta su interés. Así, la mediación se concibe como una práctica pedagógica y cultural orientada a entender al visitante, potenciar sus formas de aprender y garantizar que el museo sea un espacio inclusivo, participativo y transformador.

La clave es que todos estos recursos deben ser diseñados desde y para la diversidad de los públicos, considerando estilos de aprendizaje, contextos sociales y culturales, así como las barreras de accesibilidad. La metodología de diseño centrado en las personas se vuelve fundamental: escuchar a las comunidades, prototipar con ellas, y adaptar constantemente los dispositivos para asegurar su pertinencia.

El enfoque participativo en educación se traduce en la necesidad de diseñar programas, proyectos, actividades o dispositivos educativos y museográficos que no solo transmitan información, sino que inviten al visitante a la acción, la interpretación y la producción de sentido propio. Estos dispositivos pueden adoptar múltiples formas:

  • En sala: recursos tangibles como maquetas, fanzines, juegos de cartas, materiales táctiles, módulos interactivos, pictogramas o recursos multisensoriales.
  • Museográficos: instalaciones inmersivas, recursos digitales interactivos, señaléticas accesibles (braille, lengua de señas, lectura fácil).
  • Post-visita: guías, cuadernos de actividades, retos virtuales, plataformas digitales de continuidad.
  • Extramuros: dispositivos móviles, talleres comunitarios, kits educativos que viajan fuera del museo.


Proyectos educativos que ejemplifican la diversidad

  • «Comunidades inclusivas» (EducaThyssen): Un proyecto del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid centrado en generar espacios de encuentro y reflexión social a través del arte. Abordan temas relevantes para la comunidad, fomentando la participación de colectivos diversos.
  • «Sala Cero» (Museo Patio Herreriano): Un proyecto de comisariado educativo que busca la mediación entre el museo y la comunidad para democratizar la experiencia artística. A través de exposiciones temporales gestionadas por educadores, se propone una lectura más crítica y cercana a los públicos.
  • Proyectos premiados por Ibermuseos: Iniciativas que fomentan la educación y la inclusión en los museos iberoamericanos, como el proyecto «Más Allá de la Piezas: Una Red de Historias», que conecta el patrimonio con las emociones de los visitantes.
    Programas de «Museos en la escuela»: Alianzas entre museos y centros educativos para integrar las colecciones y exposiciones en el currículo escolar, adaptando los recursos a los diferentes niveles y necesidades del alumnado.

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