Pedagogías trans y cuir en museos de arte: desarmar la norma, multiplicar las miradas.

El Día del Orgullo, celebrado mundialmente cada 28 de junio, es mucho más que una conmemoración de la lucha por los derechos de las personas LGBTQ+. Es una afirmación política, cultural y afectiva de las identidades diversas que han sido históricamente silenciadas y excluidas. En este contexto, los museos —como espacios de construcción simbólica y de representación cultural— están llamados desde hace ya varios años (o décadas) a desempeñar un papel activo y comprometido en la visibilización, inclusión y resignificación de las memorias cuir y trans.

El museo como agente de transformación social

Los museos no son neutrales: su arquitectura, sus discursos, sus narrativas curatoriales y sus omisiones también hablan. Por ello, asumir el Día del Orgullo desde el museo no puede limitarse a gestos simbólicos o efemérides decorativas. Es necesario repensar profundamente qué cuerpos, voces y afectos habitan las colecciones, qué historias se cuentan y cuáles permanecen en los márgenes.

La inclusión real a nivel social y cultural pasa por una revisión crítica del canon, una apertura hacia la pluralidad de formas de vida, y una reinterpretación de las colecciones desde enfoques cuir, transfeministas e interseccionales, que cuestionen los binarismos, las normas hegemónicas de género, y den lugar a experiencias disidentes que se pueden integrar a las prácticas museísticas.

En los museos, las paredes no solo muestran obras de arte: también sostienen silencios que se dan durante los recorridos que hacen los visitantes de manera autónoma a lo largo de las salas, desde una curaduría unidireccional. También se dan durante las visitas guiadas tradicionales que son más expositivas y unidireccionales, así como en otras actividades cotidianas que se llevan a cabo en el museo . Hoy las áreas educativas de los museos se han propuesto crear espacios de diálogo que permitan revelar estos silencios sobre cuerpos excluidos, deseos no representados y memorias que han sido borradas u omitidas.

Las pedagogías trans y cuir (también escrita queer) surgen como formas críticas de intervenir sobre esos silencios, reescribir narrativas y ampliar los modos de habitar y significar el arte. Estas pedagogías se constituyen como marcos críticos de pensamiento y acción que interrogan las normativas sexo-genéricas, los modelos pedagógicos tradicionales y los sistemas hegemónicos de producción de conocimiento. Más que simples adaptaciones inclusivas, proponen una transformación radical de las formas en que se concibe la enseñanza, el aprendizaje, el cuerpo, el deseo y la subjetividad dentro de los espacios educativos y culturales.

La transformación de las practicas curatoriales y principalmente educativas (como el eje que establece un vínculo activo con los diversos visitantes) requieren con urgencia la puesta en marcha de procesos de trabajo interno que incluyan las reflexiones y el diálogo sobre los fundamentos museológícos y pedagógicos criticos, ayudando a transformar las practicas tradicionales:

  • Las Pedagogías cuir, se originan en los estudios y activismos queer/cuir y se caracterizan por descentrar la norma: sexual, estética, histórica. Se enfocan en el deseo, la performatividad, la disidencia, lo incompleto y lo abyecto como fuentes de conocimiento. No se trata de enseñar sobre las identidades queer, sino de cuestionar cómo el museo (y el arte) produce y legitima ciertas formas de mirar, sentir y recordar.

El origen de esta pedagogía se encuentra vinculado al pensamiento queer surgido en los años 90 del siglo XX, particularmente a partir de obras como Gender Trouble (1990) de Judith Butler, que pone en crisis la noción de género como categoría fija, proponiendo su carácter performativo. Butler, junto con Eve Kosofsky Sedgwick, autora de Epistemology of the Closet (1990), y Michael Warner, sentaron las bases para una crítica a la heteronormatividad en todos los ámbitos sociales, incluido el educativo.

En el campo específico de la pedagogía, las aportaciones de Deborah Britzman y Kevin Kumashiro son centrales. Kumashiro, en Troubling Education: Queer Activism and Anti-Oppressive Pedagogy (2002), plantea que la pedagogía queer no solo busca visibilizar identidades LGBTQ+, sino que “incomoda” las certezas del sujeto educador y del currículo. Para él, enseñar desde lo queer es enseñar desde la contradicción, el deseo, el disenso y la inestabilidad.

  • Las Pedagogías trans son aquellas que desestabilizan binarismos y jerarquías (no solo de género, sino también de saber, autoridad, corporalidad y tiempo). No buscan “incluir” lo diverso en un sistema ya dado, sino transformar el sistema mismo: abrir grietas en los discursos hegemónicos, cuestionar quién tiene derecho a interpretar, a hablar, a estar.

Estas amplían estos cuestionamientos incluyendo una crítica explícita a la cisnormatividad. Autoras como Dean Spade, con Normal Life: Administrative Violence, Critical Trans Politics and the Limits of Law (2011), han teorizado sobre la necesidad de romper con las estructuras administrativas y legales que perpetúan violencias hacia las personas trans. En el campo educativo, esto se traduce en el cuestionamiento de los sistemas que imponen una visión binaria del cuerpo y la identidad.

Latinoamérica: pedagogías cuir encarnadas y desde el sur

En el contexto latinoamericano, las pedagogías cuir y trans encuentran raíces no solo en la teoría sino en las prácticas artísticas, militantes y comunitarias. El término “cuir”, reapropiado del inglés queer, resuena con una carga política específica en América Latina: se convierte en un gesto decolonial, mestizo, afectivo y situado.

Uno de los referentes más relevantes es la pensadora argentina María L. Lugones, cuya propuesta del “mestizaje epistémico” y la crítica a la colonialidad del género influenció profundamente los cruces entre pedagogía, género y decolonialidad. Aunque Lugones no se centró exclusivamente en la pedagogía cuir, sus ideas ofrecen una base fundamental para las pedagogías críticas trans*feministas y cuir desde el sur global.

En Chile, la artista y activista Pedro Lemebel generó una práctica pedagógica cuir desde la performance, la literatura y la provocación pública. Sus crónicas y presentaciones intervinieron el espacio público como un aula alternativa, proponiendo aprendizajes desde la vivencia travesti, popular y marginal.

En México, destacan las propuestas de Sayak Valencia (Capitalismo Gore, 2010), quien articula críticas sobre género, violencia, necropolítica y economía desde una perspectiva transfeminista y poscolonial. En el campo educativo institucional, se han impulsado prácticas pedagógicas cuir desde colectivos independientes, talleres populares y algunos espacios universitarios, como en la UNAM o la UAM, aunque aún de forma marginal.

¿Por qué estos enfoques son necesarios en los museo de arte?

Los museos han sido históricamente espacios normativos: jerárquicos en sus saberes, selectivos en sus discursos y muchas veces excluyentes en sus prácticas. Las pedagogías trans abren grietas en esos sistemas, invitando a otros cuerpos a habitar el museo: cuerpos migrantes, indígenas, no binarios, racializados, con discapacidad, disidentes.

Las obras que han sido tradicionalmente leídas desde la heterosexualidad normativa pueden adquirir nuevos significados cuando se abordan desde una mirada cuir. Retratos, esculturas, escenas mitológicas o religiosas, pueden revelar tensiones de género, ambigüedades sexuales, vínculos homoeróticos o representaciones de la disidencia si se observan desde otras sensibilidades.

Estas pedagogías reconocen que no todas las personas se relacionan del mismo modo con una obra de arte, ni llegan al museo desde las mismas condiciones. Rompen la idea del público “ideal y general” para abrazar a un público real: plural, cambiante, lleno de saberes y experiencias propias.

Ejemplos de visitas mediadas con enfoque trans

  1. Visita con jóvenes trans y no binaries:
    En una sala dedicada al retrato, se propuso resignificar las imágenes a partir de la pregunta: “¿Cómo te gustaría ser representade en una pintura?”. Se dialogó sobre los cuerpos invisibles en el arte clásico y se construyó una galería efímera con retratos hechos por les participantes.
  2. Taller intergeneracional con personas mayores y adolescentes LGBTI+:
    Frente a una obra barroca, se tejieron relatos sobre el amor y el deseo a lo largo del tiempo. Las personas mayores compartieron historias personales, mientras les adolescentes reinterpretaron la escena con lenguaje contemporáneo, cuestionando estereotipos de género y afectividad.
  3. Mediación con colectivos migrantes:
    A través de una obra de paisaje europeo, se pueden abordaron las nociones de territorio, desarraigo y memoria. La visita se convirte en un espacio de intercambio cultural, donde se integraron canciones, poemas y objetos personales traídos por los visitantes.

Con públicos LGTBIQ+, estas pedagogías aplicadas desde el museo, ofrecen espacios seguros y resonantes donde:
Se reconocen las ausencias y se nombran las exclusiones,
Se resignifican obras desde vivencias cuir, trans o no normativas,
Se celebran genealogías afectivas, estéticas y políticas disidentes.

Por ejemplo:
Frente a un retrato masculino clásico, un grupo trans puede explorar qué significa “poseer cuerpo” en el arte.
Ante esculturas mitológicas, una mediación cuir puede proponer lecturas sobre la ambigüedad del deseo o el travestismo simbólico.

Hacia otros públicos, estas pedagogías promueven procesos de sensibilización que no moralizan ni imponen, sino que:
Invitan a explorar otras formas de ser y estar en el mundo,
Fomentan la empatía a través de la experiencia estética y corporal,
Desestabilizan certezas sin anular el diálogo.

Hagamos el análisis de obra desde una mirada trans/cuir: Pensemos en una obra de Rubens, una escena con varios personajes. Una mediación convencional podría enfocarse en la técnica, la mitología, el canon de belleza de la época y sobre el artista. Una mediación trans/cuir preguntaría:
• ¿Quiénes son los cuerpos ausentes en esta escena?
• ¿Qué tipo de deseo se representa y cuál se silencia?
• ¿Cómo leemos esta obra desde una corporalidad no normativa?

En vez de imponer respuestas, se crean preguntas que incomodan, emocionan o revelan grietas en lo que se consideraba “natural” en el arte, en una visita al museo, en las formas de ver.

Hacia un museo poroso, afectivo y político

Aplicar pedagogías trans y cuir en museos no es simplemente una acción inclusiva: es una transformación estructural de cómo entendemos el arte, la historia y la educación. Es abrir el museo a la incertidumbre, a los cuerpos que antes no cabían, a las memorias que no eran bienvenidas. Es, sobre todo, afirmar que todas las personas tienen derecho a leerse en el arte. No solo como espectadores, sino como interlocutores activos en la construcción de otros mundos posibles.

Los museos pueden y necesitan a partir de esos procesos internos generar nuevas narrativas curatoriales, apoyados por educadores del museo, desde mediaciones críticas y dispositivos pedagógicos que permitan a los públicos ampliar su comprensión del arte y el cuerpo, así como desde el deseo y el poder. Hay ejemplos como los recorridos “queer tours” en museos europeos o los proyectos de curaduría cuir en América Latina son experiencias que inspiran y abren caminos a más espacios museísticos.

Aplicar pedagogías trans en los museos de arte no es una moda o una fecha concreta, es una necesidad ética y política. Es entender que la educación no es unidireccional, que el arte no habla solo y que el museo puede ser un espacio de resistencia, de escucha y de imaginación radical. Más que enseñar, estas pedagogías invitan a cohabitar el museo, a contaminarlo de vida, de preguntas, de cuerpos reales. A construir, entre todes, nuevas formas de mirar… y de ser mirades.

Dimensiones clave de estas pedagogías

1. Desnaturalización del sujeto educador y del saber: Las pedagogías cuir y trans no pretenden transmitir conocimientos acabados, sino generar espacios de incertidumbre, afecto, contradicción y escucha radical.

2. Corporeidad y deseo como ejes pedagógicos: A diferencia de la pedagogía tradicional, que fragmenta el cuerpo y el pensamiento, las pedagogías cuir integran lo erótico, lo emocional, lo vivencial y lo situado como formas válidas de producción de conocimiento.

3. Horizontalidad y desjerarquización: Se promueve una ruptura con la autoridad vertical del docente, abriendo paso a formas colaborativas y afectivas de enseñar y aprender.

4. Crítica a las instituciones normativas: Estas pedagogías interpelan al sistema educativo y cultural, exigiendo transformaciones más allá de la inclusión simbólica. Denuncian cómo se perpetúan violencias estructurales hacia cuerpos y subjetividades disidentes.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.